lunes, 7 de junio de 2010

El séptimo arte



Una de las sensaciones más extrañas que he tenido la experimenté en un cine hace años: pagué mi entrada, entré en la sala y no había nadie. Esta obsesión mía con la puntualidad, recuerdo que pensé. Pero comenzó la proyección (tarde, por supuesto) y ningún espectador más se sentó en las butacas. Sólo el acomodador, más acostumbrado acaso a estas insólitas situaciones, aparecía discretamente de cuando en cuando a echar un discreto vistazo, como si temiese que me hubiera quedado dormido.

La película, una española*.

La sesión, de tarde.

El día, un miércoles.

Ahora lo comprendo todo.

*Madregilda

8 comentarios:

  1. Yo también viví sesiones así más de una vez. "Madregilda" es de esas películas que cada año que pasa, más parece fruto de un milagro, desde luego fue fruto de un sueño que escribieron Francisco Regueiro y Ángel Fernández-Santos. Dos autores -con todas las letras- que ya no están. Gracias por el homenaje a una película cada vez más olvidada. Un abrazo.

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  2. Yo también lo comprendo. Pero y lo bien que estuviste, una gran pantalla, un acomodador, una sala inmensa... ¡Y todo para ti solo! Creo que mereció la pena.
    Hasta la próxima.

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  3. El frikismo es mejor que el borregueo. La película no hubiera sido mejor con una decena de espectadores más.
    En ocasiones es imprenscindible sentir la insoportable levedad del ser.

    Muy transparente tu reflexión.
    Un saludo.

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  4. Confesaré que no he visto la película, pero tengo algún amigo cinéfilo que me la ha comentado, imagino que cuando se estrenó andaría cambiando pañales ;-).

    A mí personalmente la experiencia que descibes me parece casi religiosa, para sentirse "importante" y dejarse llevar. Ay, que me puede esta imaginación mía.

    Beso.

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  5. Daniel: a mí sólo me ha pasado esa vez. Quizá por eso, es especial para mí, se me viene a la memoria de cuando en cuando y tuve que escribir esta nota.

    Abrazos.

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  6. Mercedes: visto así, sí que puede parecer un lujo: pantalla grande, silencio absoluto -¡qué horror ese crujido de bolsas de plástico y patatas fritas en la oscuridad de la sala!-, una inusual tranquilidad...
    Pero fue una sensación tan extraña que luego tuve que ver la película otra vez para enterarme bien.

    Un abrazo.

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  7. Marisa: la película, estoy de acuerdo, es lo
    que es, con uno o con mil espectadores viéndola.
    Pero aquélla sensación...

    Un abrazo.

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  8. Pues creo,Paloma, que no te defraudaría.
    Fue, como dices, una experiencia, si no religiosa, casi paranormal.

    Un abrazo.

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