jueves, 1 de septiembre de 2011

Necrologías


¿De verdad hay tanta gente que haya leído al difunto? Permitidme que lo dude. Porque yo no. Empecé aquel libro suyo y no fui capaz de acabarlo (seguramente por mi incapacidad de lector de entonces). No he vuelto a leer nada salido de su pluma. No digo que no fuera un grandísimo escritor, que sin duda lo sería, no soy quien para opinar lo contrario. Pero lo que sí digo es que a muchas de las personas con las que trato, buenos lectores y escritores, gente de vasta cultura y experiencia la mayoría, casi nunca les he oído citar al finado como uno de sus autores de referencia. Con honrosas excepciones, por supuesto. Si alguna vez lo citaban a él o a sus obras, era de pasada, y acaso por no descolgarlo del todo del catálogo de los exiliados de la guerra civil.

Ahora se muere a una edad venerable y son todo ditirambos, panegíricos, lisonjas, alabanzas, colas interminables ante el ataúd… de gente que, a buen seguro, ni siquiera lo trató en vida. Incluyendo en ese trato el acercamiento a su obra.

Yo creo que ya va siendo hora de que seamos honestos y no nos subamos a carros para los que no tenemos billete, ni invitación, ni nada.

Deberíamos tener la decencia de no arrimarnos al cadáver, a cualquier cadáver, como buitres o hienas, para salpicarnos con algún despojo a modo de condecoración.

4 comentarios:

  1. Deberíamos tener tantas cosas...

    Un beso muy grande.

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  2. Cuanta comedia hay en los humanos.Sacarse la mascara no es una virtud en muchos.
    Mis saludos.

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  3. Creo que cuando alguien es objeto deseado, bien sea por el físico, por lo que emana, por sus obras..., está sujeto a la envidia (es el pecado capital de los españoles, jeje)así es que hay que sobrellevarlo.
    Ah, el pecado capital de los ingleses es la hipocresía (he vivido allí)
    Todo se contagia en la Europa comunitaria.

    Saludos

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  4. Decir la verdad a veces pasa una factura muy cara, y piensas, ¿para qué?

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