sábado, 29 de octubre de 2011

Barquillos


Me acuerdo de que el hombre de los barquillos -con sabor a canela y limón- guardaba sus obleas en un bidón niquelado, o rojo, o verde.
En la parte superior, una especie de ruleta repartía, previo pago, la suerte entre el corro de hambrientos y pedigüeños.

¡Al rico barquillo de canela para el nene y la nena, son de coco y valen poco, son de menta y alimentan, de vainilla ¡que maravilla!, y de limón qué ricos, qué ricos, qué ricos que son!

4 comentarios:

  1. Yo de eso no me acuerdo, pero no me cabe duda de que tenían que estar buenísimos. Ahora mismo me comería yo un par de ellos.
    Las imágenes y palabras que nos traes son pura historia.

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  2. Y tu recuerdo mueve al mío, Elías. ¡Qué ilusión cuando el barquillero te permitía darle a la ruleta para ver el premio que te tocaba...! ¿Existen todavía barquilleros (más allá del coro de "Agua, azucarillos y aguardiente")? Alguna vez, hace años, los he vuelto a ver en Madrid. Ahora, no sé si es que ya no salen o es que -y esto sería grave- no he reparado en ellos.

    Un abrazo.

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  3. En Salamanca hay un barquillero con bidón y ruleta. Siempre sentado en un taburete, leyendo, ajeno al mundanal ruido, fotografiado por todos los turistas. Y vende barquillos que saben a otros tiempos.

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  4. Habrá que ir, Isabel, a Salamanca. Y no sólo a fotografiar al barquillero.

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