martes, 14 de enero de 2014

Pepe Melero, cantador de jotas



Hace relativamente poco tiempo, en esta misma ventana me confesaba ferviente seguidor de una tertulia radiofónica -”Somos”- que se emite una vez al mes a través de las ondas de la Cadena SER de Zaragoza. Hace unos de días, como todos los meses, quien sospecho el más avezado de ellos en cuestiones informáticas -gracias, Víctor- me envió el enlace para poder escuchar la última del año recién acabado. Frente a los micrófonos, y tal y como acostumbran (imagino a los cuatro como en una mesa de juego poniendo sobre el tapete sus apuestas culturales y amistosas), Miguel Mena, su conductor, José Luis Melero, Víctor Juan Borroy y Antón Castro. Casi , que diría un castizo. Póquer de ases.

Entre sus amigos y conocidos Pepe Melero, entre otras cosas, tiene fama de ser un buen cantador de jotas. Pues bien; en esta ocasión se vio en el compromiso, casi obligado a ello por sus compinches de partida, de demostrar ante los oyentes que lo suyo con la copla aragonesa por antonomasia no es flor de un día ni una leyenda urbana más.

En opinión de este humilde radioescucha, y teniendo en cuenta las circunstancias, el amigo Melero salió más que airoso de la prueba. ¡Qué tesitura vocal, qué timbre cadencioso y bizarro, qué maña armonía!
Miguel Fleta, José Oto, El Pastor de Andorra y Pepe Melero, ahí le andan.
Me imagino yo en las mismas cantando un tango, una copla o un bolero, por ejemplo, y se me caen los palos del sombrajo.
Impactado aún por la experiencia, no me resisto a copiar aquí las letrillas que el artista se marcó como colofón a la última tertulia de 2013.

Prácticamente improvisadas sobre la marcha, la primera de ellas está dedicada a la barba, mejor dicho, a la ausencia de ella, ojalá que momentánea, de Antón Castro, quien después de veinte años de fidelidad a la capilaridad hirsuta en la faz (¡toma ya retórica!), y en un rapto de locura transitoria, se ha pasado la cuchilla sin compasión por los mofletes con un resultado cuando menos discutible. La segunda, sobre "cosicas" del matrimonio.
Ambas, eso sí, a capela, mas con cierta retranca y sin vergüenza alguna.

1. El barbero Garrapinillos
ha puesto en su barbería:
"se afeita la barba Antón
tan bien que paice mentira".

2. Pa nuestras bodas de plata
te he de llevar a Albacete;
y pa nuestras bodas de oro
pienso en ir a recogete.

Aquí podéis comprobarlo por vosotros mismos.

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