miércoles, 24 de septiembre de 2014

"Circo de Fieras" (Jesús Pizarro)


"Circo de Fieras" se llama la exposición de obras de Jesús Pizarro (Miajadas, 1967) que se inaugura esta tarde, a partir de las 20:30h, en la Sala de Arte "El Brocense", en Cáceres.

Valiéndose de nuestra amistad de años, el inconsciente de él me pidió que le escribiera un texto para el catálogo.
Este ha sido el resultado:

Trucos de magia

1
Cuando el circo llegaba a la ciudad, al pueblo, un colorido desfile de elefantes, enanos, acróbatas, amazonas, forzudos… se dejaba ver por las calles haciendo volatines y bromas al ritmo de una música que invadía todos los rincones.

Como en el cuento de Hamelín, al compás de esa musiquilla ramplona y festiva característica de las carpas circenses, los niños de entonces merodeábamos nerviosos a su alrededor y nos convertíamos en una bulliciosa troupe durante su recorrido por calles y plazuelas mientras aquellos nómadas del riesgo y la risa anunciaban las funciones por venir.

Casi siempre extramuros del lugar, en carromatos hechos de tristeza, fatigados los viajeros por el polvo de tantos caminos, asentaban su ilusión y sus sudores entre nosotros para acercarnos sensaciones que hasta entonces desconocíamos.

Atemorizados aún por el rugido feroz de los leones, atónitos por lo inverosímil de los ejercicios acrobáticos, absortos todavía en los trucos de magia… nos reíamos a carcajadas de los golpes de los payasos sin apenas sospechar que luego sería la vida la que se reiría de nosotros en otra función, también diaria, más triste y rencorosa, plena de trucos no tan inocentes.

Porque puedes domar un tigre, una foca, un león, un caballo… pero no la vida. La vida siempre tiene el látigo de su parte, la sartén por el mango, el silbato de las órdenes en la boca. Órdenes contra las que es bueno rebelarse siempre.

Durante mucho tiempo después de su partida, en el solar abandonado de nuevo a su suerte, aún podía oírse, entre carcajadas y rugidos, el lamento eterno de los nómadas.

Como pecios terrestres que se agarran a los muros para no desaparecer por el desagüe del olvido, los carteles que anunciaran sus hazañas espiaban nuestro paso cotidiano por aquellas calles que los vieron desfilar camino a nuestras ilusiones.


2
¿Qué tienen que ver entre sí un pájaro y una botella de lejía, un puño que golpea y un anuncio de tomates, un grito desde una esquina y un caballo de cartón con niño encima, unos ojos mirando al vacío y un personaje de cómic?

Nada. Y todo, por supuesto. En la mirada del artista nada es superfluo ni trivial, todo es factible de combinación para crear una realidad que se inaugura a cada mirada nueva y ponernos ante los ojos algo que antes no existía.

¿Qué acontece de verdad entre un lienzo en blanco y su artífice? ¿Qué choque inesperado de miradas establece qué naturaleza entre el cuadro y su espectador?


3
Hay memorias indelebles en permanente batalla contra periódicos olvidos que nunca conducen a nada. Empate técnico. Combate nulo. El campeón es todavía incierto, desconocido como el azar que traza la dirección un golpe, cabe decir la mirada, desde el puño de uno de los púgiles hasta el mentón del otro. O hasta el tuyo.

El artista toma parte en ese combate con las armas de que dispone; el espectador, con las suyas también a punto, se suma o se enfrenta a uno u otro bando. Eso es todo. Cada uno ha hecho su función. A veces surge la magia. Lo que no es poco.


4
El artista está siempre conspirando contra el vacío. Para luchar contra él, recurre a su silencio o su ruido, a su arrojo o su miedo, a su vigor o desgana, tratando de llenar una realidad que aún no existe con lo que vive o imagina en su mirada múltiple.

Los cuadros de Jesús son una metáfora de la vida: de una vida, ay, hecha casi siempre a jirones de incertidumbre y miedos, de palabras cercenadas de golpe y aves que renacen de sus cenizas, una existencia llena de colorido y puntos de fuga que convergen en la memoria pero también en el olvido.

En ellos te salen al encuentro líneas rectas que conducen a tu conciencia de espectador, palabras cercenadas que ya significan otra y distinta cosa, círculos de oscuridad que te atraen hacia sí hasta llegar a la suavidad de su perfecto desnudo (el del círculo) buscando atrapar tu temblor en esa nueva perspectiva de las cosas.

El niño que Jesús sigue siendo (a uno así le parece en muchas ocasiones) golpea color contra color para crear uno nuevo, ensambla en el lienzo sufrimiento y esperanza para que el ánimo no decaiga, construye, desde una nada blanca, un nuevo mundo en el que refugiarse de éste.


5
En el arte, como en la vida, si no haces algún esfuerzo para entenderlo, todo lo que te sea dado será superfluo y pasajero.

En la vida, como en el arte, es desaconsejable pasar de puntillas; es mejor arañarse con la superficie, sentir que la piel se te eriza en cada encuentro, enfrentarte cara a cara con aquello que te acobarda para lograr, si hay suerte, que deje de hacerlo.


6
Con la suavidad de un pájaro en vuelo, la madera de balsa, de tan liviana, flota en la superficie del agua. Con el tesón de un náufrago y nosotros a bordo, intenta llegar a ese puerto a resguardo que es el entendimiento, esa otra magia que se da a veces entre el conocer y el sentir.

Elías Moro










1 comentario:

  1. Yo creo que no, que el artista tiene poco de inconsciente y ha dado en el clavo al pedirte unas palabras; palabras cargadas de poesía y amistad que, seguro estoy, están a la altura de su obra y complementarán con precisión la contemplación de ésta. Mucho me ha gustado esa remembranza de la llegada y la marcha de los circos, Elías.

    Un abrazo.

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